REPÚBLICA BOLIVARIANA DE
VENEZUELA
UNIVERSIDAD
PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR
INSTITUTO
DE MEJORAMIENTO
PROFESIONAL DEL MAGISTERIO
NÚCLEO
ACADÉMICO PORTUGUESA.
"LOS SIETE SABERES NECESARIOS PARA
LA EDUCACIÓN DEL
FUTURO"
(Edgar Morín).
INTEGRANTES:
Everth González
C.I.V-17881492
Marielsy
Escalona
C.I.
V- 17.134.038
Moraima
Ozal
C.I.
V- 18.251.515
PROFESOR: José de Jesús Camejo.
BISCUCUY, NOVIEMBRE DE 2012.
"LOS SIETE SABERES NECESARIOS PARA LA EDUCACIÓN DEL
FUTURO" (Edgar Morín).
Este libro publicado en octubre de 1999 por la
Organización de las Naciones Unidas para la
Educación,
la Ciencia y la Cultura (UNESCO), es un material que
constituye un excelente aporte de Edgar Morín, ya que el mismo contiene puntos
de interés que deben ser tomados en cuenta por todas y cada una de las personas
que hacen o tienen pensado tener presencia activa en el mundo educativo. Dicha
publicación responde a una tarea encomendada por la UNESCO al pensador Edgar Morín
para contribuir a la reflexión internacional sobre cómo educar para un futuro
sostenible.
Edgar Morín considera con estos siete principios busca contribuir en el
quehacer de los educadores y dirigentes, así como aclara su pensamiento sobre
este tema vital de la humanidad: la educación del futuro.
En lo que se refiere al primer principio o saber, Las cegueras
del conocimiento: el error y la ilusión, Morín habla sobre los riesgos más
comunes que acompañan al ser humano en la búsqueda de la construcción del
conocimiento. En lo que respecta a El talón de Aquiles del conocimiento,
advierte de la siempre presente amenaza del error y la ilusión, otorgando a la
educación el deber de avocarse a la identificación de los orígenes de errores,
ilusiones y cegueras del conocimiento. Los errores mentales, los errores intelectuales,
los errores de la razón y las cegueras paradigmáticas son los primeros
peligros. La mente, las emociones, la percepción, la palabra, la idea, la
teoría, la afectividad y la inteligencia. Y es a partir de la interacción de
éstos como se suscitan dichos errores. En el imprinting y la normalización, el
poder imperativo y prohibitivo de los paradigmas, doctrinas reinantes y
verdades establecidas; que determina los estereotipos cognitivos, bajo este
conformismo cognitivo, señala Morín, “hay un imprinting cultural, huella
matricial que inscribe a fondo el conformismo y hay una normalización que
elimina lo que ha de discutirse.”
Por tanto, Morín concluye que si la primera tarea es la de enseñar un conocimiento que forme a la humanidad para criticar el conocimiento; el primer objetivo de la educación del futuro será apropiar a cada uno de los alumnos de la capacidad para detectar y subsanar los errores e ilusiones del mismo, en un escenario social de reflexibilidad, crítica y, sobre todo, de convivencialidad ideológica.
Por tanto, Morín concluye que si la primera tarea es la de enseñar un conocimiento que forme a la humanidad para criticar el conocimiento; el primer objetivo de la educación del futuro será apropiar a cada uno de los alumnos de la capacidad para detectar y subsanar los errores e ilusiones del mismo, en un escenario social de reflexibilidad, crítica y, sobre todo, de convivencialidad ideológica.
En el segundo saber Los principios de un conocimiento pertinente: este
se refiere a la pertinencia del conocimiento. ¿Cuál es el conocimiento que la
educación del futuro debe impartir? En este siglo XXI se le debe dar tanta
importancia al conocimiento global como al conocimiento de las partes, ya que
no hacemos nada intentando resolver un problema determinado si su solución
conlleva a ocasionar problemas en otras áreas o niveles. Es justamente aquí en
donde la educación del futuro debe hacer mucho énfasis, ya que en aras de la
industrialización y “tecnificación” se le ha causado un enorme daño a reservas
forestales a nivel mundial y al medio ambiente en general, daños que no podrán
ser justificados nunca por los enormes beneficios económicos que solo unos
“pocos” han obtenido en perjuicio de la mayoría. De igual manera y como mi
contribución personal a este punto, la pertinencia del conocimiento tiene que
ver con impartir conocimientos en función del ámbito geográfico en el que se
desenvuelvan quienes reciben ese conocimiento. No es igual impartir clases de
química, física y electricidad a un estudiante de una zona agropecuaria, cuyo
modus vivendi es justamente el campo, las actividades agrícolas y los animales
de cría, que hacerlo con estudiantes que viven en la ciudad, con contactos más
frecuentes con empresas y fabricas en general.
De esta manera, la condición humana debe ser siempre el centro de la
educación, y nunca se debe olvidar el enseñar “quiénes somos”. Es imposible
concebir la unidad compleja de lo humano por medio del pensamiento disyuntivo
que concibe nuestra humanidad, pues el hombre está conformado como una unidad
indivisible. De ahí la importancia de tomarlo como una entidad dual,
donde se conjuga el aspecto biológico y el aspecto cultural que le da su
calidad humana, diferenciándolo de los animales.
Así, a partir de las disciplinas actuales, es posible reconocer la unidad y la complejidad humana reuniendo y organizando conocimientos dispersos en las ciencias de la naturaleza, en las ciencias humanas, la literatura y la filosofía y mostrar la unión indisoluble entre la unidad y la diversidad de todo lo que es humano. Lo humano es y se desarrolla en bucles: a) cerebro- mente- cultura; b) razón - afecto - impulso; y c) individuo - sociedad - especie.
Así, a partir de las disciplinas actuales, es posible reconocer la unidad y la complejidad humana reuniendo y organizando conocimientos dispersos en las ciencias de la naturaleza, en las ciencias humanas, la literatura y la filosofía y mostrar la unión indisoluble entre la unidad y la diversidad de todo lo que es humano. Lo humano es y se desarrolla en bucles: a) cerebro- mente- cultura; b) razón - afecto - impulso; y c) individuo - sociedad - especie.
Todo desarrollo verdaderamente humano significa comprender al
hombre como conjunto de todos estos bucles y a la humanidad como una y diversa.
La unidad y la diversidad son dos perspectivas inseparables y fundadoras de la
educación. La cultura en general no existe sino a través de las culturas. La
educación, por tanto, deberá mostrar el destino individual, social, y global de
todos los humanos y nuestro arraigamiento como ciudadanos de la Tierra. Éste
será el núcleo esencial formativo del futuro.
Con respecto al principio de enseñar la identidad terrenal en este punto
la educación del futuro debería estar orientada a hacer comprender a todos
quienes participan en la misma, que no estamos aislados en este mundo, que
todos necesitamos de todos y que a pesar de la gran cantidad de debilidades que
pueda tener determinada cultura o raza humana, las mismas poseen un legado
cultural y de conocimientos que constituyen sus fortalezas y que hacen que la
balanza se mantenga equilibrada. Hasta el día de ayer, “el desarrollo” de las
sociedades prósperas de Occidente ha permitido resolver muchos de sus problemas
y ha ocasionado quizás la envidia de sociedades menos afortunadas. Sin embargo,
han sido más los inconvenientes que ha causado este “desarrollo” que los
problemas que ha solucionado; actualmente existen graves crisis a nivel “moral”
en las sociedades que las conforman, dado que se pensó más en el desarrollo
material que en el desarrollo afectivo, intelectual, moral. La educación a
impartir en este siglo XXI debería contribuir con la ruptura de este paradigma
occidental y aprovechar al máximo las enseñanzas espirituales, afectivas y
morales que culturas despreciadas por ellos durante siglos, tienen como sus más
poderosos legados.
El siglo XX ha destruido poco a poco la predictividad del futuro como extrapolación del presente y ha introducido vitalmente la incertidumbre sobre nuestro futuro. La educación debe hacer suyo el principio de incertidumbre, tan válido para la evolución social como la formulación del mismo. La historia avanza por atajos y desviaciones y, como pasa en la evolución biológica, todo cambio es fruto de una mutación, a veces de civilización y a veces de barbarie. Todo ello obedece en gran medida al azar o a factores impredecibles.
Pero la incertidumbre no versa sólo sobre el futuro. Existe también la
incertidumbre sobre la validez del conocimiento, y existe sobre todo la
incertidumbre derivada de nuestras propias decisiones: una vez que tomamos una
decisión, empieza a funcionar el concepto ecología de la acción, es decir, se
desencadena una serie de acciones y reacciones que afectan al sistema global y
que no podemos predecir. Nos hemos educado aceptablemente bien en un sistema de
certezas, pero nuestra educación para la incertidumbre se considera deficiente.
Por esto, resulta necesario enseñar principios de estrategias que permitan
afrontar los riesgos, lo inesperado, lo incierto, y modificar su desarrollo en
virtud de las informaciones adquiridas en el camino.
“Educar para comprender las
matemáticas o cualquier disciplina es una cosa, educar para la comprensión
humana es otra; ahí se encuentra justamente la misión espiritual de la
educación: enseñar la comprensión entre las personas como condición y garantía
de la solidaridad intelectual y moral de la humanidad” (Morin, 2001:91)
La comprensión se ha tornado una necesidad crucial y fundamental para
los humanos, por lo que la educación tiene que abordarla de manera directa y en
los dos sentidos: primero, la comprensión interpersonal e intergrupal y
segundo, la comprensión a escala planetaria. Morin constató que comunicación no
implica comprensión. Ésta última siempre está amenazada por la incomprensión de
los códigos éticos de los demás, de sus ritos y costumbres, de sus opciones
políticas. A veces confrontamos cosmovisiones incompatibles. Los grandes
enemigos de la comprensión son el egoísmo, el etnocentrismo y el
sociocentrismo.
Enseñar la comprensión significa enseñar a no reducir el ser humano a
una o varias de sus cualidades que son múltiples y complejas. Por ejemplo,
impide la comprensión marcar a determinados grupos sólo con una etiqueta:
sucios, ladrones, intolerantes. Positivamente, Morin ve las posibilidades de
mejorar la comprensión mediante: la apertura empática hacia los demás y la
tolerancia hacia las ideas y formas diferentes, mientras no atenten contra la
dignidad humana.
La verdadera comprensión exige
establecer sociedades democráticas, fuera de las cuales no cabe ni tolerancia
ni libertad para salir del cierre etnocéntrico. Por eso, la educación del
futuro deberá asumir un compromiso sin fisuras por la democracia, porque no
cabe una comprensión a escala planetaria entre pueblos y culturas más que en el
marco de una democracia abierta. La comprensión es, al mismo tiempo,
medio y fin de la comunicación humana. Ahora bien, la educación para la
comprensión está ausente de nuestras enseñanzas, pues el planeta necesita
comprensiones mutuas en todos los sentidos. Teniendo en cuenta la importancia de
la educación para la comprensión en todos los niveles educativos y en todas las
edades, el desarrollo de la comprensión necesita una “reforma de las
mentalidades” como fin último de la educación del futuro.
Además de las éticas particulares, la enseñanza de una ética válida para
todo el género humano es una exigencia de nuestro tiempo. Morín volvió a
presentar el bucle individuo-sociedad-especie como base para enseñar la ética
venidera. En el bucle individuo-sociedad surge el deber ético de enseñar la democracia.
Ésta implica consensos y aceptación de reglas democráticas. Pero también
necesita diversidades y antagonismos. El contenido ético de la democracia
afecta a todos esos niveles. El respeto a la diversidad significa que la
democracia no se identifica con la dictadura de la mayoría.
En el bucle individuo-especie Morín fundamenta la necesidad de enseñar la ciudadanía terrestre. La humanidad dejó de ser una noción abstracta y lejana para convertirse en algo concreto y cercano con interacciones y compromisos a escala terrestre.
En el bucle individuo-especie Morín fundamenta la necesidad de enseñar la ciudadanía terrestre. La humanidad dejó de ser una noción abstracta y lejana para convertirse en algo concreto y cercano con interacciones y compromisos a escala terrestre.
En conclusión, la educación debe
favorecer la aptitud natural de la mente para hacer y resolver preguntas
esenciales y correlativamente estimular el empleo total de la inteligencia
general, esto se logra estimulando siempre la curiosidad humana, no debemos
olvidar que vivimos en un planeta donde todo está ligado y debemos aprender a
enfrentar la incertidumbre, ya que el conocimiento es una aventura incierta que
conlleva en sí misma y permanentemente el riesgo de ilusión y de error, así que
debemos apostar por mejorar nuestro mundo con fraternidad, justicia, tolerancia
y ética por medio de un mejor sistema democrático, que nos lleve a un logro de
la humanidad como conciencia y ciudadanía planetaria que se fortalezca con
igualdad y libertad.
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