REPÚBLICA
BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD
PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR
INSTITUTO
DE MEJORAMIENTO PROFESIONAL DEL MAGISTERIO
NÚCLEO
ACADÉMICO PORTUGUESA.
SOCIEDAD DEL CONOCIMENTO
ENSAYO
ONEIDA COLMENARES
C.I:17.355054
PROFESOR: JOSÉ DE JESUS CAMEJO
BISCUCUY,
NOVIEMBRE DE 2012
Cada
sociedad cuenta con sus propios puntos fuertes en materia de conocimiento. Por
consiguiente, es necesario actuar para que los conocimientos de que son ya
depositarias las distintas sociedades se articulen con las nuevas formas de
elaboración, adquisición y difusión del saber valorizadas por el modelo de la
economía del conocimiento. De hecho La noción de sociedad de la información se
basa en los progresos tecnológicos. En cambio, el concepto de sociedades del
conocimiento comprende dimensiones sociales, éticas y políticas mucho más vastas.
En las sociedades del conocimiento emergentes se da efectivamente un círculo
virtuoso, en función del cual los progresos del conocimiento producen a largo
plazo más conocimientos, gracias a las innovaciones tecnológicas. De esta
manera, se acelera la producción de conocimientos Cabe destacar que lo que se
quieres es una sociedad del conocimiento para garantizar el aprovechamiento compartido del
saber es decir una sociedad
del conocimiento ha de poder integrar a cada uno de sus miembros y promover nuevas formas de solidaridad
con las generaciones presentes y venideras, así como también La difusión de las tecnologías de la información
y la comunicación para nuevas posibilidades al desarrollo, la coincidencia del
auge de Internet, así como de la telefonía móvil y las tecnologías digitales,
con la tercera revolución industrial, por otra parte
las sociedades del conocimiento son un nuevo enfoque de desarrollo
pertinente para los países del Sur. Antes que nada en el primer capítulo, de la
sociedad de la información a las sociedades del conocimiento se aborda la
cuestión de las bases en que se puede asentar una sociedad mundial del
conocimiento que sea fuente de desarrollo para todos y, más concretamente, para
los países menos adelantados. Se hace hincapié en la necesidad de consolidar
dos pilares de la sociedad mundial de la información que hasta ahora se han
garantizado de forma muy desigual: el acceso a la información para todos y la
libertad de expresión. Los fundamentos de una sociedad de la información y del
conocimiento nunca se podrán reducir a los adelantos tecnológicos
exclusivamente. En efecto, hay que preguntarse si la desigualdad de acceso a
las fuentes, contenidos e infraestructuras de la información no pone en tela de
juicio el carácter realmente mundial de la sociedad de la información y
compromete, por lo tanto, el desarrollo de las sociedades del conocimiento. De
esta forma en el segundo capítulo se habla sobre sociedades en redes,
conocimientos y nuevas tecnologías, en donde se examinan todos esos cambios y
sus corolarios: la economía del conocimiento y de lo inmaterial, así como el
impacto de las nuevas tecnologías en las sociedades en redes, que son elementos
medulares de las mutaciones actuales. Además, en este capítulo se plantea la cuestión
de saber si con las nuevas modalidades de conservación del conocimiento estamos
pasando de sociedades de la memoria a sociedades del conocimiento. Ahora bien
en el tercer capítulo tiene que ver con las
sociedades del aprendizaje, que muestran hasta qué punto esas mutaciones
han ido unidas, en el plano pedagógico y educativo, a un desplazamiento del
interés por los poseedores del saber hacia los que tratan de adquirirlo, no
sólo en el marco de los sistemas formales de educación, sino también en las actividades
profesionales y la educación informal, en la que desempeñan un papel tan
importante prensa y los media audiovisuales. Por su parte el capítulo cuarto tiene que ver con la educación para todos
a lo largo de toda la vida, se examinan las consecuencias de esta nueva
dinámica con respecto a la realización del derecho a la educación
universalmente proclamado. La educación básica para todos sigue siendo una
prioridad absoluta. Además, la educación de los adultos –que podía parecer poco
pertinente en países donde las necesidades básicas en materia de educación
distan mucho de haber sido satisfechas– ha adquirido hoy en día una importancia
absolutamente decisiva por ser una condición esencial del desarrollo. Así, la
educación para todos a lo largo de toda la vida puede constituir una respuesta
a la creciente inestabilidad del empleo y los oficios y carreras profesionales
vaticinada por la mayoría de los especialistas en prospectiva. Por otra parte,
conviene examinar la cuestión de la privatización cada vez más perceptible de
la oferta educativa, que ya es especialmente notoria en la enseñanza superior y
empieza a extenderse a otros niveles de los sistemas educativos. Por
consiguiente el Capítulo cinco, expresa el futuro de la enseñanza superior”, se centra
también en la educación y la formación y examina, en especial, el papel
fundamental desempeñado en las sociedades del conocimiento por las
instituciones de enseñanza superior, que se ven enfrentadas a un cambio radical
sin precedentes en los esquemas clásicos de producción, difusión y aplicación
de los conocimientos. Si bien es verdad que la oferta educativa se diversifica
a medida que los conocimientos progresan, la “masificación” de la enseñanza
superior supone nuevas cargas para los presupuestos de los Estados. Es
importante señalar que en el Capítulo seis, plantea una revolución en la investigación, se
hace hincapié en la importancia que se ha de conceder a la ciencia y la
tecnología. La propia idea de sociedades del conocimiento debe mucho al desarrollo
de la investigación y la innovación científicas. Los protagonistas y los
centros de actividades científicas están experimentando actualmente una honda
mutación. Teniendo en cuenta la presencia cada vez mayor del mercado en el
ámbito de las actividades científicas, es a éstos a quienes corresponde crear
–en el punto de intersección de los sectores científico, económico y político–
sistemas de investigación e innovación que propicien el desarrollo sostenible y
redunden en beneficio tanto de los países del Norte como del Sur. Los nuevos
modelos de aprovechamiento compartido de los conocimientos. en este mismo orden
de ideas y dirección el séptimo capítulo plantea las ciencias, el público y las
sociedades del conocimiento”, se pone de manifiesto el papel del público en el
debate sobre los beneficios y los riesgos que entraña la utilización de las
nuevas tecnologías y de los resultados de la investigación científica,
especialmente en el ámbito de las biotecnologías y las nanotecnologías. De
hecho, la problemática económica y social ocupa un lugar cada vez más
importante en la conducción de la investigación y la innovación. Además, el
creciente peso de la ciencia y la tecnología es cada vez más el elemento
central de intensos debates éticos y políticos, sobre todo cuando se trata de
la alimentación, la demografía y el medio ambiente. Así pues el octavo capítulo
aborda los Riesgos y seguridad humana en
las sociedades del conocimiento, es estudia la aparición de una “sociedad del
riesgo”. Por muy prometedor que sea, el acceso de un gran número de personas a
los recursos cognitivos puede causar también perjuicios irreparables o crear
peligros imprevisibles. A este respecto, cabe preguntarse si el desarrollo de
las sociedades del conocimiento no constituye precisamente uno de los medios
más eficaces para hacer frente a esta nueva y compleja situación. Asimismo, se
plantea la cuestión de saber si ante la multiplicación de los riesgos una
gestión adecuada del conocimiento permitiría liberarse de temores y coerciones
y atenuar la incertidumbre que trae consigo el advenimiento de sociedades
complejas. Al respecto el noveno capítulo nos habla sobre los conocimientos
locales y autóctonos, diversidad lingüística y sociedades del conocimiento”, se
examina la paradoja que supone hablar del desarrollo de sociedades del
conocimiento cuando en el mundo entero desaparecen las lenguas, se olvidan las
tradiciones y se marginan o decaen las culturas vulnerables. Cuando hablamos de
sociedades del conocimiento, ¿a qué conocimiento nos referimos? A menudo se
sospecha que con esta expresión se está haciendo referencia sobre todo al
conocimiento científico y técnico que se halla concentrado principalmente en
los países industrializados. ¿Qué ocurre entonces con los conocimientos locales,
y más concretamente con los autóctonos o “indígenas”? Otra cuestión relacionada
con la diversidad es el multilingüismo que facilita considerablemente el acceso
al conocimiento, sobre todo en la escuela.
Por último el
decimo capitulo expresa el acceso a la participación: hacia sociedades del
conocimiento para todos”, se destaca la importancia que reviste una nueva
concepción del conocimiento que, lejos de ser un factor de exclusión como pudo
ocurrir en el pasado, favorezca la plena participación de todos. Ahora bien, es
innegable que en el plano mundial se dan numerosas asimetrías relacionadas con
el conocimiento brecha digital, brecha científica, analfabetismo masivo de los
países del Sur, “fuga de cerebros”, etc. y que su superposición crea una auténtica
brecha cognitiva. Esta brecha –de la que es un ejemplo importante la
desigualdad entre los sexos– pone de manifiesto el potencial de exclusión que
pueden conllevar las sociedades del conocimiento, cuando su desarrollo se
limita a promover una economía del conocimiento o la sociedad de la
información. A modo de conclusión es posible el destino
de las sociedades del siglo XXI, profundamente transformadas por el auge de las
tecnologías de la información y la comunicación, será el de convertirse en
sociedades del conocimiento porque serán sociedades en las que éste se comparta.
Si se desea verdaderamente que las promesas que encierran las sociedades del
conocimiento lleguen a convertirse en realidades algún día, supone que se
efectúen opciones claras en materia presupuestaria con respecto a las
prioridades establecidas. Ahora bien, para aumentar el presupuesto de educación
la única solución posible para los países en desarrollo consiste en recortar
otros gastos, especialmente los militares. La mayor parte de los recursos que,
en un plano más general, permitirían erradicar la pobreza y avanzar hacia
sociedades del conocimiento podrían obtenerse con una reorganización de los
presupuestos existentes, donde el primer
pilar sea una mejor valorización de los conocimientos existentes para luchar
contra la brecha cognitiva. Que cada sociedad adquiera plena conciencia
de la riqueza de los conocimientos de que es depositaria. Determinar cuáles son
los puntos flacos de cada sociedad, especialmente con respecto al acceso a la
información y el conocimiento. Hacer esta valorización de los conocimientos
existentes en materia de educación, investigación científica y desarrollo
tecnológico. En función de este análisis, las políticas educativas y
científicas deberían reorientarse a fin de responder a las necesidades urgentes
de las poblaciones. Por tanto el segundo
pilar seria las sociedades del
conocimiento más participativas. La toma de conciencia de la riqueza de
los conocimientos de que dispone una sociedad exige una movilización de todos
sus protagonistas. Esa concienciación no debe limitarse a identificar lo que
hoy en día se ha convenido en llamar “conocimientos autóctonos” o
“tradicionales”, con vistas a su valorización o preservación específica. Las
sociedades del conocimiento solamente serán acreedoras de su nombre cuando el
mayor número posible de individuos puedan convertirse en productores de
conocimientos y no se limiten a ser meros consumidores de los que ya están
disponibles actualmente. Replantearse por entero las modalidades de
participación, acceso e integración de los ciudadanos en las sociedades del
conocimiento emergentes. La expansión de las futuras sociedades del
conocimiento se vería propiciado por nuevas formas institucionales: foros
mixtos, conferencias de ciudadanos y debates en los que participen los
encargados de la adopción de decisiones, los parlamentarios, el sector privado
y la sociedad civil.asi pues el tercer pilar tendría que ver con una mejor integración de las políticas del
conocimiento; una mejor integración de las políticas del conocimiento y
un esclarecimiento de las finalidades subyacentes a la noción misma de
“sociedad del conocimiento”. Cabe preguntarse si concesión de una mayor
prioridad a los sistemas educativos y de investigación en los presupuestos e
integración de la inmensa mayoría de los individuos a nivel local,
desarrollando las infraestructuras de la información, y a nivel mundial,
mediante un esfuerzo de solidaridad con los países menos adelantados y el
incremento de la asistencia oficial para el desarrollo– son un vago ensueño o
constituyen una política posible. Ha llegado el momento de que la comunidad
internacional pase a la acción. Ese sueño las sociedades del conocimiento
podrán convertirse realmente en un factor de desarrollo para todos.
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