miércoles, 21 de noviembre de 2012




REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR
INSTITUTO DE MEJORAMIENTO PROFESIONAL DEL MAGISTERIO
NÚCLEO ACADÉMICO PORTUGUESA.





SOCIEDAD DEL CONOCIMENTO
ENSAYO

                                                                                      INTEGRANTES:
                                                                                     ONEIDA COLMENARES
C.I:17.355054
             PROFESOR: JOSÉ DE JESUS CAMEJO



BISCUCUY, NOVIEMBRE DE 2012

Cada sociedad cuenta con sus propios puntos fuertes en materia de conocimiento. Por consiguiente, es necesario actuar para que los conocimientos de que son ya depositarias las distintas sociedades se articulen con las nuevas formas de elaboración, adquisición y difusión del saber valorizadas por el modelo de la economía del conocimiento. De hecho La noción de sociedad de la información se basa en los progresos tecnológicos. En cambio, el concepto de sociedades del conocimiento comprende dimensiones sociales, éticas y políticas mucho más vastas. En las sociedades del conocimiento emergentes se da efectivamente un círculo virtuoso, en función del cual los progresos del conocimiento producen a largo plazo más conocimientos, gracias a las innovaciones tecnológicas. De esta manera, se acelera la producción de conocimientos Cabe destacar que lo que se quieres es una sociedad del conocimiento para garantizar el aprovechamiento compartido del saber es decir  una sociedad del conocimiento ha de poder integrar a cada uno de sus miembros y promover nuevas formas de solidaridad con las generaciones presentes y venideras, así como también La difusión de las tecnologías de la información y la comunicación para nuevas posibilidades al desarrollo, la coincidencia del auge de Internet, así como de la telefonía móvil y las tecnologías digitales, con la tercera revolución industrial, por otra parte las sociedades del conocimiento son un nuevo enfoque de desarrollo pertinente para los países del Sur. Antes que nada en el primer capítulo, de la sociedad de la información a las sociedades del conocimiento se aborda la cuestión de las bases en que se puede asentar una sociedad mundial del conocimiento que sea fuente de desarrollo para todos y, más concretamente, para los países menos adelantados. Se hace hincapié en la necesidad de consolidar dos pilares de la sociedad mundial de la información que hasta ahora se han garantizado de forma muy desigual: el acceso a la información para todos y la libertad de expresión. Los fundamentos de una sociedad de la información y del conocimiento nunca se podrán reducir a los adelantos tecnológicos exclusivamente. En efecto, hay que preguntarse si la desigualdad de acceso a las fuentes, contenidos e infraestructuras de la información no pone en tela de juicio el carácter realmente mundial de la sociedad de la información y compromete, por lo tanto, el desarrollo de las sociedades del conocimiento. De esta forma en el segundo capítulo se habla sobre sociedades en redes, conocimientos y nuevas tecnologías, en donde se examinan todos esos cambios y sus corolarios: la economía del conocimiento y de lo inmaterial, así como el impacto de las nuevas tecnologías en las sociedades en redes, que son elementos medulares de las mutaciones actuales. Además, en este capítulo se plantea la cuestión de saber si con las nuevas modalidades de conservación del conocimiento estamos pasando de sociedades de la memoria a sociedades del conocimiento. Ahora bien en el tercer capítulo tiene que ver con las  sociedades del aprendizaje, que muestran hasta qué punto esas mutaciones han ido unidas, en el plano pedagógico y educativo, a un desplazamiento del interés por los poseedores del saber hacia los que tratan de adquirirlo, no sólo en el marco de los sistemas formales de educación, sino también en las actividades profesionales y la educación informal, en la que desempeñan un papel tan importante prensa y los media audiovisuales. Por su parte el capítulo  cuarto tiene que ver con la educación   para todos a lo largo de toda la vida, se examinan las consecuencias de esta nueva dinámica con respecto a la realización del derecho a la educación universalmente proclamado. La educación básica para todos sigue siendo una prioridad absoluta. Además, la educación de los adultos –que podía parecer poco pertinente en países donde las necesidades básicas en materia de educación distan mucho de haber sido satisfechas– ha adquirido hoy en día una importancia absolutamente decisiva por ser una condición esencial del desarrollo. Así, la educación para todos a lo largo de toda la vida puede constituir una respuesta a la creciente inestabilidad del empleo y los oficios y carreras profesionales vaticinada por la mayoría de los especialistas en prospectiva. Por otra parte, conviene examinar la cuestión de la privatización cada vez más perceptible de la oferta educativa, que ya es especialmente notoria en la enseñanza superior y empieza a extenderse a otros niveles de los sistemas educativos. Por consiguiente  el Capítulo cinco, expresa  el futuro de la enseñanza superior”, se centra también en la educación y la formación y examina, en especial, el papel fundamental desempeñado en las sociedades del conocimiento por las instituciones de enseñanza superior, que se ven enfrentadas a un cambio radical sin precedentes en los esquemas clásicos de producción, difusión y aplicación de los conocimientos. Si bien es verdad que la oferta educativa se diversifica a medida que los conocimientos progresan, la “masificación” de la enseñanza superior supone nuevas cargas para los presupuestos de los Estados. Es importante señalar  que en  el Capítulo seis,  plantea una revolución en la investigación, se hace hincapié en la importancia que se ha de conceder a la ciencia y la tecnología. La propia idea de sociedades del conocimiento debe mucho al desarrollo de la investigación y la innovación científicas. Los protagonistas y los centros de actividades científicas están experimentando actualmente una honda mutación. Teniendo en cuenta la presencia cada vez mayor del mercado en el ámbito de las actividades científicas, es a éstos a quienes corresponde crear –en el punto de intersección de los sectores científico, económico y político– sistemas de investigación e innovación que propicien el desarrollo sostenible y redunden en beneficio tanto de los países del Norte como del Sur. Los nuevos modelos de aprovechamiento compartido de los conocimientos. en este mismo orden de ideas y dirección el séptimo capítulo plantea las ciencias, el público y las sociedades del conocimiento”, se pone de manifiesto el papel del público en el debate sobre los beneficios y los riesgos que entraña la utilización de las nuevas tecnologías y de los resultados de la investigación científica, especialmente en el ámbito de las biotecnologías y las nanotecnologías. De hecho, la problemática económica y social ocupa un lugar cada vez más importante en la conducción de la investigación y la innovación. Además, el creciente peso de la ciencia y la tecnología es cada vez más el elemento central de intensos debates éticos y políticos, sobre todo cuando se trata de la alimentación, la demografía y el medio ambiente. Así pues el octavo capítulo aborda los  Riesgos y seguridad humana en las sociedades del conocimiento, es estudia la aparición de una “sociedad del riesgo”. Por muy prometedor que sea, el acceso de un gran número de personas a los recursos cognitivos puede causar también perjuicios irreparables o crear peligros imprevisibles. A este respecto, cabe preguntarse si el desarrollo de las sociedades del conocimiento no constituye precisamente uno de los medios más eficaces para hacer frente a esta nueva y compleja situación. Asimismo, se plantea la cuestión de saber si ante la multiplicación de los riesgos una gestión adecuada del conocimiento permitiría liberarse de temores y coerciones y atenuar la incertidumbre que trae consigo el advenimiento de sociedades complejas. Al respecto el noveno capítulo nos habla sobre los conocimientos locales y autóctonos, diversidad lingüística y sociedades del conocimiento”, se examina la paradoja que supone hablar del desarrollo de sociedades del conocimiento cuando en el mundo entero desaparecen las lenguas, se olvidan las tradiciones y se marginan o decaen las culturas vulnerables. Cuando hablamos de sociedades del conocimiento, ¿a qué conocimiento nos referimos? A menudo se sospecha que con esta expresión se está haciendo referencia sobre todo al conocimiento científico y técnico que se halla concentrado principalmente en los países industrializados. ¿Qué ocurre entonces con los conocimientos locales, y más concretamente con los autóctonos o “indígenas”? Otra cuestión relacionada con la diversidad es el multilingüismo que facilita considerablemente el acceso al conocimiento, sobre todo en la escuela.
Por último el decimo capitulo expresa el acceso a la participación: hacia sociedades del conocimiento para todos”, se destaca la importancia que reviste una nueva concepción del conocimiento que, lejos de ser un factor de exclusión como pudo ocurrir en el pasado, favorezca la plena participación de todos. Ahora bien, es innegable que en el plano mundial se dan numerosas asimetrías relacionadas con el conocimiento brecha digital, brecha científica, analfabetismo masivo de los países del Sur, “fuga de cerebros”, etc. y que su superposición crea una auténtica brecha cognitiva. Esta brecha –de la que es un ejemplo importante la desigualdad entre los sexos– pone de manifiesto el potencial de exclusión que pueden conllevar las sociedades del conocimiento, cuando su desarrollo se limita a promover una economía del conocimiento o la sociedad de la información. A modo de conclusión es posible el destino de las sociedades del siglo XXI, profundamente transformadas por el auge de las tecnologías de la información y la comunicación, será el de convertirse en sociedades del conocimiento porque serán sociedades en las que éste se comparta. Si se desea verdaderamente que las promesas que encierran las sociedades del conocimiento lleguen a convertirse en realidades algún día, supone que se efectúen opciones claras en materia presupuestaria con respecto a las prioridades establecidas. Ahora bien, para aumentar el presupuesto de educación la única solución posible para los países en desarrollo consiste en recortar otros gastos, especialmente los militares. La mayor parte de los recursos que, en un plano más general, permitirían erradicar la pobreza y avanzar hacia sociedades del conocimiento podrían obtenerse con una reorganización de los presupuestos existentes, donde el primer pilar sea una mejor valorización de los conocimientos existentes para luchar contra la brecha cognitiva. Que cada sociedad adquiera plena conciencia de la riqueza de los conocimientos de que es depositaria. Determinar cuáles son los puntos flacos de cada sociedad, especialmente con respecto al acceso a la información y el conocimiento. Hacer esta valorización de los conocimientos existentes en materia de educación, investigación científica y desarrollo tecnológico. En función de este análisis, las políticas educativas y científicas deberían reorientarse a fin de responder a las necesidades urgentes de las poblaciones. Por tanto el segundo pilar seria las  sociedades del conocimiento más participativas. La toma de conciencia de la riqueza de los conocimientos de que dispone una sociedad exige una movilización de todos sus protagonistas. Esa concienciación no debe limitarse a identificar lo que hoy en día se ha convenido en llamar “conocimientos autóctonos” o “tradicionales”, con vistas a su valorización o preservación específica. Las sociedades del conocimiento solamente serán acreedoras de su nombre cuando el mayor número posible de individuos puedan convertirse en productores de conocimientos y no se limiten a ser meros consumidores de los que ya están disponibles actualmente. Replantearse por entero las modalidades de participación, acceso e integración de los ciudadanos en las sociedades del conocimiento emergentes. La expansión de las futuras sociedades del conocimiento se vería propiciado por nuevas formas institucionales: foros mixtos, conferencias de ciudadanos y debates en los que participen los encargados de la adopción de decisiones, los parlamentarios, el sector privado y la sociedad civil.asi pues el tercer pilar tendría que ver con una mejor integración de las políticas del conocimiento; una mejor integración de las políticas del conocimiento y un esclarecimiento de las finalidades subyacentes a la noción misma de “sociedad del conocimiento”. Cabe preguntarse si concesión de una mayor prioridad a los sistemas educativos y de investigación en los presupuestos e integración de la inmensa mayoría de los individuos a nivel local, desarrollando las infraestructuras de la información, y a nivel mundial, mediante un esfuerzo de solidaridad con los países menos adelantados y el incremento de la asistencia oficial para el desarrollo– son un vago ensueño o constituyen una política posible. Ha llegado el momento de que la comunidad internacional pase a la acción. Ese sueño las sociedades del conocimiento podrán convertirse realmente en un factor de desarrollo para todos.

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